Personificar a Marí fue muy enriquecedor en dos aspectos: en lo personal me ayudó mucho a reencontrarme con la Iglesia, a la cuál había dejado un poco de lado. Sentí a Dios diciéndome "acá estoy, donde siempre voy a estar y a donde siempre podes volver".

Y en lo laboral fue súper agradable que mis compañeros me reconocieran por los pasillos como María, eso me llena de orgullo y felicidad. Sin dudarlo volvería a repetir la experiencia.

Me propusieron hacer de San José en el pesebre viviente, y por supuesto, no había manera de decir no a semejante participación. Los nervios quedaron de lado, era solamente imaginar ese momento. ¡Lo viví como una experiencia única! De mi parte muy contento y agradecido con todos aquellos que formamos es institución, siento de verdad que es una “gran familia”.

Con el alma llena de felicidad disfrutamos que nuestra Lucero en su primera navidad sea parte del pesebre viviente y mayor dicha aún, representar al niño Jesús en nuestra institución. A La cual llamo LA CASA ... porque es mi segundo Hogar. Gracias a todos mis colegas y compañeros por el amor y cariño constante a mi hija. ¡Gracias Madre, Reina y Victoriosa de Schoenstatt!

Formar parte del pesebre me trajo lindos recuerdos de mi infancia, cuando participaba y mí abuela se ponía contenta. De más grande, la acompañaba a ella a verlo y ahora que ya no está, los recuerdos toman otro sentido... ¡Fue una grata experiencia!