29 DE ENERO 2023: MATEO 5, 1-12
- Comunicaciones Pastoral
- 29 jun 2023
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Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo: «Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia. Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes".
Palabra de Dios
Reflexión:
Dos categorías, dos mundos. A la categoría de los bienaventurados pertenecen los pobres, los hambrientos, los que ahora lloran y los que son perseguidos y proscritos a causa del Evangelio. A la categoría de los desventurados pertenecen los ricos, los saciados, los que ahora ríen y los que son llevados en la palma de la mano por todos.
Jesús no canoniza sencillamente a todos los pobres, los que padecen hambre, los que lloran y son perseguidos, como no demoniza simplemente a todos los ricos, los saciados, los que ríen y son aplaudidos. La distinción es más profunda; se trata de saber sobre qué cosa uno fundamenta su propia seguridad, sobre qué terreno está construyendo el edificio de su vida: si sobre aquél que pasa o sobre aquél que no pasa.
La línea que divide a los «bienaventurados» de los «desventurados» es una barrera absolutamente posible de atravesar. No sólo se puede pasar de un sector a otro, sino que toda esta página del Evangelio fue pronunciada por Jesús para invitarnos y animarnos a pasar de una a otra esfera. La suya no es una invitación a hacernos pobres, ¡sino a hacernos ricos! «Bienaventurados vosotros, los pobres, porque vuestro es el reino de Dios». Pensemos: pobres que poseen un reino, ¡y lo poseen ya desde ahora! Aquellos que deciden entrar en este reino son, en efecto, desde ahora hijos de Dios, son libres, son hermanos, están llenos de esperanza de inmortalidad. ¿Quién no desearía ser pobre de esta forma?
Autor: P. Raniero Cantalamessa

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